«Mírese de mil maneras. Siempre encontrará el mismo modo por el que empezó todo. Desprotegida. Pobre. Hija de pobres. Sin recursos. Sin estudios o con muy pocos estudios. Sin esperanza. Con la necesidad absoluta de salir de un agujero, que se llama miseria, o con hijo o hijos a los que atender, sola, o con la imposibilidad de encontrar un trabajo digno. Da igual la edad, aunque en el mercado de la carne cotiza la temprana, como en los corderos. Con esas condiciones anteriormente descritas, la presa está preparada. Ahí está, como un tesoro para quienes están llamados a solucionar la vida a esa mujer, a esa chiquilla, a esa niñas, desesperadas todas por encontrar su propio paraíso.
(...)
Hace unos días escuché en el curso La trata de seres humanos: prevención, protección y persecución, en la UIMP, en Santander, a la cineasta Isabel de Ocampo -premio Goya a la mejor dirección novel por Evelyn, película que aborda el tema de la trata- una manera nueva de hablar de estas mujeres. Me sorprendió e interesó su visión de que estamos ante mujeres y niñas valientes, emprendedoras, que quieren romper el círculo de la pobreza, que ven en el trabajo que se les ofrece una oportunidad. Nunca había contemplado este punto de vista. En mi opinión, se trataba de víctimas, simplemente». Leia na integra no Blog Mujeres do El País.
Sem comentários:
Enviar um comentário